¿Por qué se extingue la Fundación Bill & Melinda Gates?

La prestigiosa revista médica The New England Journal of Medicine ha publicado un artículo que anuncia y argumenta las razones que han llevado a Bill Gates a extinguir su fundación (Phillips S. N Engl J Med 2025). La lectura del texto no deja indiferente a nadie.

Salud y Prosperidad

Tras la Segunda Guerra Mundial, el plan Marshall en Europa permitió una rápida recuperación de la devastación del continente. Alemania occidental, una de las zonas más destruidas, se reconstruyó en pocos lustros. Se conoce como ‘milagro alemán’ su transformación en una potencia industrial. Más adelante, la prosperidad social en el resto de países del entorno fue fundamental para la fundación de la Unión Europea. En la actualidad, la esperanza de vida y los índices de salud en Europa son los más altos del mundo. Una interpretación simple del fenómeno es que la prosperidad conduce a una mejor salud (wealth to health).

En 2001, el economista Jeffrey Sachs y la OMS postularon que las inversiones estratégicas en salud -sobre todo en países del Tercer Mundo- podrían estimular la recuperación económica y la prosperidad social. Este nuevo modelo (‘health to wealth’) es precisamente el que escogió la Fundación Bill & Melinda Gates (BMGF) para sus ayudas.

Objetivos de la fundación Gates

Desde sus inicios hace 25 años, los proyectos que ha financiado la BMGF se han destinado de modo preferente al control de tres enfermedades: la infección por VIH/SIDA, la tuberculosis y el paludismo (malaria). 

Otros programas de ayudas han sido para mejorar la salud infantil y de mujeres gestantes, las enfermedades tropicales olvidadas y la investigación biomédica. Una de las últimas grandes ayudas ha sido para la Alianza de Vacunas, GAVI, incluyendo las vacunas del COVID-19 (Storeng et al. Glob Public Health 2023).

Desde su creación en el año 2000, la fundación Gates ha invertido 62.000 millones de dólares en proyectos de salud en todo el mundo. Representa un 15% de todas las ayudas mundiales en salud en los últimos 25 años. Cómo reconoce el artículo (Phillips S. N Engl J Med 2025), muchos han cuestionado la legitimidad y la transparencia de una organización privada para influir en las decisiones globales de salud pública.

¿Las ayudas para salud promueven la prosperidad de una sociedad? 

Los datos de los estudios del Global Burden of Diseases (GBD) y de UNICEF han demostrado una caída extraordinaria de la mortalidad infantil y de las mujeres embarazadas desde el inicio del nuevo milenio, especialmente en el Tercer Mundo (GBD. Lancet 2025). También se ha reducido significativamente la mortalidad por SIDA (Lu y cols. BMC Public Health 2025), tuberculosis (GBD TB cols. Lancet Infect Dis 2024) y malaria (Bhatt y cols. Nature 2015).

En este escenario alentador, hace una década Bill Gates llegó a pronosticar que ‘para 2035 quizás no quedarán países pobres en el mundo’ (BMGF. Annual letter 2014). Sin embargo, los grandes avances en salud no se han seguido de mejoras económicas significativas en los países que han recibido ayudas. Esto es particularmente reconocible en África Sub-sahariana, donde el aumento promedio del PIB solo ha sido del 1’5% en dos décadas, según el Banco Mundial.

Desencanto con los gobiernos de países subdesarrollados

El artículo del New England (Phillips S. N Engl J Med 2025) subraya que se extiende el escepticismo respecto al beneficio de las ayudas a los países pobres. Hay un sentimiento creciente de ‘fatiga del filántropo’.

La desconexión entre los beneficios en sanidad y la escasa prosperidad social pueden estar producidos por una mala gestión de los recursos humanos, que van desde una educación deficiente a una laboriosidad precaria, con mala organización y distribución de la riqueza. Todas son tareas que competen a los gobiernos nacionales.

El artículo deja entrever que la falta de compromiso de los gobernantes con el bien común y la elevada corrupción pueden explicar la ausencia de prosperidad en algunas naciones, a pesar de grandes mejoras en la salud de sus ciudadanos con programas de ayuda externos.

Fecha de extinción: año 2045

El anuncio de clausura es para dentro de 20 años. Hasta entonces se invertirán 200.000 millones de dólares. Esa enorme cuantía es más de la tercera parte del presupuesto anual de España, un país con cerca de 50 millones de habitantes.

La notificación de la extinción de la fundación para 2045 es muy sorprendente. La justificación del cierre en atención a los datos de disociación salud-prosperidad es cuestionable. Quizás una implicación más activa y comprometida de personas e instituciones locales podría haber permitido un mayor arraigo de los avances conseguidos con ayudas externas. Dicho de otro modo, enseñar a cultivar trigo es mejor que dar pan.

Claro está, para eso deben estar alineados los objetivos de los donantes y de los receptores. En muchos países en desarrollo hay un sentimiento de manipulación respecto a algunas organizaciones filantrópicas. Hay temas importantes que afectan a la identidad cultural de un pueblo, como la salud sexual y reproductiva. La promoción de la anticoncepción, el aborto, o modelos alternativos de familia, por muchas de esas organizaciones, se interpreta como un abuso o imposición. Se da a cambio de… No se respetan los valores culturales locales. 

La crisis de valores que vive Europa y Norteamérica no debe exportarse con las ayudas solidarias. El recelo de los países en desarrollo está justificado, cuando no se respetan sus tradiciones y su identidad cultural. El reconocimiento de la diversidad y la equidad en un mundo global es un llamado a una verdadera ecología humana (González et al. AIDS Rev 2025).

Las organizaciones occidentales que financian programas de ayuda sanitaria a países en desarrollo deben contar con los ciudadanos del lugar como protagonistas. Atender el principio de subsidiariedad puede evitar el intrusismo y el riesgo de abuso en los programas solidarios de ayuda.