La Organización de las Naciones Unidas (ONU) había organizado para el verano una cumbre mundial sobre la Salud de la Mujer. Tuvo que ser suspendida por la pandemia de COVID-19. El 22 de octubre, representantes de 32 países, entre ellos Estados Unidos, se han reunido para firmar un manifiesto, la Declaración de Consenso de Ginebra.
El documento subraya los derechos de la mujer respecto a la salud y la familia. Destaca la afirmación de 5 grandes derechos:
- Derecho a la igualdad entre mujeres y hombres. Se subraya la defensa de las oportunidades para acceder a la misma educación, empleo y responsabilidad familiar.
- Derecho a la vida. Hay obligación de proteger la dignidad y valor de la persona humana. Hay que proporcionar cuidado al niño antes y después de nacer. No cabe promover el aborto como método de planificación familiar. No existe el derecho a abortar, de modo que no hay obligación de que sea financiado por los estados.
- Derecho a la maternidad. Debe procurarse la protección del embarazo y del parto sin riesgos. Hay deber de maximizar la posibilidad de tener hijos sanos.
- Derecho de protección de la familia. La familia es la célula natural y fundamental de la sociedad. La legislación de cada país debe proteger y fortalecer la familia.
- Derecho a la salud de mujeres y niñas. Debe proporcionarse cobertura sanitaria universal. Debe abarcar tanto la salud (ausencia de enfermedad) como el bienestar psíquico y físico integral.
Mike Pompeo, el secretario de estado del gobierno de Donald Trump en Estados Unidos, subrayó el derecho a la soberanía de las naciones para legislar sobre la protección de la salud sexual y reproductiva de las mujeres. Ratificó que no existe un derecho internacional a favor de legislar sobre el aborto que deba ser impuesto a las naciones. Es perverso que algunos países ricos u organizaciones internacionales lo impongan a países del Tercer Mundo a cambio de facilitar ayudas financieras.
Se trata de un documento claro y valiente, que defiende el valor de la vida humana y la salud sexual y reproductiva de la mujer. A la vez, refuerza el carácter universal de la familia como unidad de convivencia en todas las sociedades humanas. Supone un revulsivo en un contexto mundial de ‘cultura de muerte’, donde el ‘descarte’ del débil o indefenso lleva a imponer leyes injustas en favor del aborto, la eutanasia o la ideología de género (Papa Francisco, Encíclica Fratelli Tutti, 3 octubre 2020). En suma, es un documento importante que actualiza la «Declaración Universal de Derechos Humanos» de la ONU (Artículo 7), firmada en París en 1948.
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