Hepatitis B oculta

La infección por el virus de la hepatitis B (VHB) es la causa principal de hepatitis crónica, cirrosis y cáncer de hígado en el mundo. Aunque la exposición al VHB generalmente ocasiona hepatitis aguda autolimitada, se estima que globalmente hay más de 250 millones de personas con hepatitis crónica B. Son los portadores del antígeno de superficie viral (HBsAg). La mayoría de estos pacientes están asintomáticos y más de la mitad no están diagnosticados. Por tanto, no pueden beneficiarse del tratamiento antiviral y, de forma inconsciente, pueden transmitir el virus a sus parejas sexuales. En este sentido, la hepatitis B es una infección de transmisión sexual (ITS).

En España, la vacuna de la hepatitis B empezó a administrarse en personas con conductas de alto riesgo de exposición en 1982. Se extendió la recomendación de vacunación a todos los adolescentes a partir del año 1992. Desde 2004 forma parte del calendario de vacunación de todos los recién nacidos. Esto explica que la mayoría de nuevos diagnósticos de hepatitis crónica B en España sean inmigrantes.

En los últimos años se ha subrayado la posibilidad de transmisión, hepatopatía y reactivación de la hepatitis B en personas con HBsAg indetectable, aunque expuestas en algún momento al virus. La mayoría tienen anti-HBc de forma aislada. Esta situación se denomina hepatitis B oculta. Un foro internacional ha revisado recientemente el significado clínico de esta entidad (Seed et al. Vox Sang 2019)

En los bancos de sangre, se han descrito casos ocasionales de transmisión del virus B a partir de donantes con hepatitis B oculta (Candotti et al. Gut 2019) y la Asociación Europea para el Estudio del Hígado (EASL; European Association for the Study of the Liver) ha publicado recientemente un documento de consenso sobre el significado clínico de la hepatitis B oculta (Raimondo et al. J Hepatol 2019).

En personas con inmunodeficiencias, por ejemplo con infección por VIH o cáncer, la hepatitis B oculta puede ser más frecuente (Soriano et al. Eur J Gastro Hepatol 2019) y existe un mayor riesgo de reactivación, con reaparición del HBsAg y elevación de transaminasas.

Por último, respecto a la hepatitis delta, una complicación que afecta a un 5-10% de los pacientes con hepatitis crónica B, la información actual sugiere que la superinfección por delta no ocurre en pacientes con hepatitis oculta B (Aguilera et al. Eur J Gastro Hepatol 2019). En otras palabras, la presencia de HBsAg parecería indispensable para la replicación eficiente del virus delta. Sin embargo, esta observación ha sido recientemente cuestionada por algunas investigaciones en modelos animales (Perez-Vargas et al. Nat Commun 2019), que sugieren que la envoltura de otros virus podría también soportar la replicación del virus delta.

A la vista de lo anterior, parece claro el relevo que la hepatitis B ha iniciado en la investigación de las ITS, reemplazando el interés hasta ahora priorizado para el VIH y más recientemente para la hepatitis C. No hay tratamiento curativo antiviral frente al virus B y todavía son muchas las lagunas sobre la biología y la patogenia de la enfermedad. Como parte de su compromiso en la formación y educación de los profesionales biosanitarios, la UNIR pondrá próximamente en marcha de forma online un Máster en Enfermedades Infecciosas. De forma complementaria y para las personas interesadas en las cuestiones de susceptibilidad genética y de tipo ético relacionados con la hepatitis B y otras ITS, ya están en marcha de forma online un Curso de Experto Universitario en Genética Clínica & Medicina Personalizada y un Master de Bioética