El tratamiento de enfermedades producidas por anomalías genéticas era impensable hasta hace poco tiempo. Sin embargo, tras la publicación del genoma humano en 2003, se han identificado un sinfín de genes mutados que dan cuenta de muchas enfermedades genéticas. Se conocen más de 7.000 enfermedades raras y aunque cada una de ellas afecta sólo a un número pequeño de pacientes, globalmente suponen un 8% de la población.
Esta semana, un equipo de Harvard ha demostrado por vez primera el beneficio de una terapia génica a la carta (Kim et al. NEJM 2019). Los autores atendieron una niña de 6 años, que presentó ataxia, convulsiones y ceguera, tras una infancia con retraso psicomotor progresivo. Un examen completo de su genoma identificó una mutación en el gen MFSD8 (o CLN7), asociada a disfunción lisosomal. La niña tenía una nueva variedad de la enfermedad de Batten, una rara enfermedad neurodegenerativa congénita.
A continuación, los investigadores construyeron una molécula de 22 oligonucleótidos antisentido, que denominaron Milasen. Administrada por vía intratecal en modelos animales corregía la expresión anómala (splicing) del gen mutado y mejoraba la sintomatología. Consiguieron la aprobación para utilizarlo en la niña, que desde entonces ha mejorado de forma progresiva.
Los autores reconocen que se inspiraron en la eficacia ya demostrada de Nusinersen, un fármaco ya aprobado para tratar la atrofia muscular espinal, otra rara enfermedad neurodegenerativa congénita, en la que está alterada la expresión del gen SMNR. De igual modo, otros oligonucleótidos antisentido están siendo investigados para tratar otras enfermedades neurodegenerativas más frecuentes, como la enfermedad de Huntington o la esclerosis lateral amioatrófica (ELA).
El caso de Harvard confirma las expectativas de la medicina personalizada, con la posibilidad de desarrollar tratamientos exclusivos en función de la anomalía genética responsable. En un año en que se cumple el 25 aniversario del fallecimiento de Jérôme Lejeune (Soriano V. Hereditas 2019), la publicación de trabajos como el de Boston confirman el optimismo para la terapia génica. Tras identificar la trisomia 21 como causa del mongolismo, Lejeune siempre persiguió una curación para sus pacientes. No es descabellado pensar que la solución a una anomalía cromosómica venga de la mano de una terapia génica. Sin lugar a dudas, asistimos al principio de la nueva era genómica.
En su compromiso por la formación de excelencia, la UNIR impartirá desde el próximo mes de noviembre una nueva edición del Curso de Experto Universitario en Genética Clínica & Medicina Personalizada. En colaboración con la Universidad de Cambridge, un prestigioso claustro de profesores impartirá de forma online clases y dirigirán foros de preguntas sobre las cuestiones más candentes de medicina genómica y terapia génica.