Se suspende la reasignación de sexo en menores

Inglaterra es el primer país que dice no a la ideología de género y a las políticas de reafirmación sexual. El Departamento de Salud británico ha anunciado la suspensión del uso de bloqueantes de la pubertad y recomienda la valoración psicológica y psiquiátrica de esos menores; y de su entorno familiar. Además, cualquier uso de hormonoterapia para cambio de sexo deberá hacerse en el marco de ensayos clínicos. Por su parte, la cirugía del cambio de sexo nunca fue subvencionada por la sanidad pública inglesa.

Este cambio brusco en la normativa se propone tras examinar más de un millar de casos en la última década. Se dice explícitamente que las teorías de afirmación del sexo (‘mi sexo es el que yo deseo y no el biológico, que tengo desde el nacimiento’) provienen originalmente de Estados Unidos y que no han sido validadas científicamente. 

Son muchos los pediatras que previamente habían alertado sobre el peligro de esta falta de rigor científico (Hruz P. Linacre Q 2020). La utilización de hormonas sexuales como tratamiento de condiciones para las que no han sido evaluadas su eficacia y efectos secundarios está en contra de la buena praxis médica. La prescripción ‘off-label’ de medicamentos, fuera del uso compasivo, requiere una autorización especial. El gobierno inglés avanza que solo podrán solicitarse en el marco de ensayos clínicos de investigación.

En España, el Colegio de Médicos de Madrid, entre otras organizaciones médicas, se ha posicionado claramente en contra de la reasignación de sexo en menores, utilizando hormonoterapia y/o cirugía correctora.   

El caso de Keira Bell es un buen ejemplo del daño que puede causar la ideología de género y, en concreto, las intervenciones prematuras en menores que experimentan dificultades en su identidad sexual. De forma resumida, se trataba de una adolescente que recibió hormonoterapia masculinizante y, más adelante, fue sometida a cirugía correctora (mastectomía bilateral). A los 23 años, reconocía que su problemática psicológica y los problemas de identidad no se habían resuelto. Denunció al sistema sanitario inglés por no haber sido valorada de forma adecuada y porque no se le informó de otras alternativas, como la psicoterapia. La justicia le dio la razón (Malone et al. Lancet Child Adolesc Health 2021). Con la nueva normativa, las ‘clínicas de disforia’ y los llamados ‘especialistas en disforia de género’ desaparecerán. Serán sustituidos por médicos pediatras y equipos de psicólogos y psiquiatras infantiles.

En España, AMANDA (Agrupación de Madres de Adolescentes y Niñas con Disforia Acelerada) ha llamado la atención sobre el aumento desproporcionado en los últimos años. Todo apunta a un fenómeno de contagio social. No hay una causa genética. La mayoría son niñas o adolescentes, que refieren problemas de autoestima y una percepción negativa de su propia imagen. Las redes sociales a menudo juegan un papel amplificador de este sentimiento negativo de la propia identidad. Muchas tienen problemas de relación social con otras compañeras, trastornos de conducta, alteraciones emocionales, comportamiento autista, etc. En cualquier caso, todas estas manifestaciones mejoran en la mayoría conforme crecen. Ocurre como si la desorientación propia de la adolescencia hubiera sido influenciada por una moda del momento. Un seguimiento vigilante por pediatras y psicólogos, sin precipitar intervenciones que pudieran ser irreversibles, constituyen el mejor apoyo (Moschella M. J Med Philos 2021).