Un 4% de la población mundial (350 millones) padece hepatitis crónicas víricas

Las hepatitis víricas causan más de 1’5 millones de muertos cada año en el mundo. Se conocen 5 virus de las hepatitis víricas, denominados de la A a la E. Además de éstos, la infección por otros virus puede dañar al hígado en humanos, como ocurre con el citomegalovirus o el virus del ébola.

Hepatitis A y E

Las hepatitis agudas ictéricas más frecuentes son producidas por los virus de las hepatitis A y E. Afectan sobre todo a adultos jóvenes y el contagio se produce generalmente tras exposición a aguas y/o alimentos contaminados. Se conoce como transmisión por vía feco-oral. Estas hepatitis son endémicas en muchos países del Tercer Mundo. Se dispone de una vacuna eficaz para prevenir la infección tanto por el virus A como el E. Se aconseja la vacunación si se viaja a zonas endémicas. Las formas clínicas leves se resuelven en 1-2 meses. En los casos poco frecuentes de hepatitis fulminante, puede ser necesario el trasplante hepático.

Hepatitis B

Las hepatitis crónicas víricas más frecuentes están producidas por los virus B, C y delta. La OMS estima que hay alrededor de 275 millones de pacientes con hepatitis crónica B en el mundo. La hepatitis B causa cerca de un millón de muertes cada año, ya sea por complicaciones de la cirrosis o por cáncer de hígado (Polaris Observatory. Lancet Gastroenterol Hepatol 2018).

Desde hace 40 años hay una vacuna eficaz frente al virus B. La OMS recomienda su administración universal a los recién nacidos. Sin embargo, la vacunación neonatal no se lleva a cabo en muchas regiones del Tercer Mundo. La transmisión del virus B puede ocurrir a partir de las madres infectadas a los bebés, por transfusiones y por el uso de jeringuillas contaminadas (p.e., en los drogadictos). A nivel global, la vía se transmisión principal es la sexual.

Existen antivirales orales efectivos frente al virus B, como el tenofovir y el entecavir, que suprimen casi por completo la replicación viral. Tornan indetectable la carga viral. Sin embargo, la medicación es de por vida ya que el virus no se erradica. Hay nuevos antivirales en desarrollo frente al virus B (Soriano y cols. Ther Adv Infect Dis 2020). El objetivo de las terapias de combinación es lograr una curación funcional, esto es, que el antígeno de superficie del virus B (HBsAg) circulante pase a ser negativo, aunque no se erradique la infección viral por completo.

Hepatitis C

La OMS estima que 57 millones de personas están infectadas por el virus de la hepatitis C (Polaris Observatory. Lancet Gastroenterol Hepatol 2022). La llegada de los antivirales orales ha reducido el número de pacientes en el mundo en la última década. Los antivirales de la hepatitis C se administran durante 2-3 meses en combinación y logran la curación (erradican el virus) en más del 95% de casos. 

Existe una proporción importante de infectados por el virus C que no saben que son portadores y que, por tanto, no pueden beneficiarse de la medicación oral. Además, pueden ser fuente de contagio para otros. La transmisión del virus C ocurre sobre todo a partir de inyecciones con material no esterilizado y transfusiones. 

En los países desarrollados, la drogadicción intravenosa continúa siendo la causa principal de contagio de la hepatitis C. Las relaciones entre varones homosexuales también pueden transmitir el virus C. No existe una vacuna protectora frente al virus de la hepatitis C. Por tanto, los pacientes tratados y curados con antivirales orales pueden sufrir reinfecciones (Hosseini-Hooshyar y cols. Lancet HIV 2022) si continúan con prácticas de riesgo de exposición.

Hepatitis delta

La hepatitis delta es la menos frecuente de las hepatitis víricas, pero es la más grave. Cerca de la mitad de los casos pueden evolucionar a cirrosis y/o cáncer de hígado. Se estima que hay unos 15 millones de pacientes con hepatitis delta en el mundo. El virus D es un virus ‘satélite’ y sólo infecta a pacientes con hepatitis B. De este modo, se comporta como un parásito de parásitos. Agrava la historia natural de la hepatitis B. El virus D se transmite por exposición a sangre y otros líquidos biológicos contaminados. La drogadicción intravenosa y las relaciones sexuales son los mecanismos de contagio más frecuentes. 

Hasta hace poco tiempo, el trasplante hepático era la única alternativa para los pacientes con cirrosis por virus delta. Sin embargo, recientemente se ha aprobado de forma provisional un antiviral que se administra a diario por vía subcutánea, la bulevirtida. Otro antiviral, lonafarnib, está en la fase final de evaluación clínica y es previsible que pronto logre su aprobación. Existen esperanzas sobre la curación de la hepatitis delta con la terapia antiviral combinada (Soriano y cols. Future Microbiol 2022).

Control de las hepatitis víricas para 2030

Con ocasión del Día Mundial de las Hepatitis (28 de julio), la OMS ha subrayado el compromiso en erradicar las hepatitis como problema de salud pública mundial en 2030 (Polaris Observatory. J Viral Hepat 2020). Para lograr este objetivo, se requiere un esfuerzo global para realizar pruebas diagnósticas (incluyendo tests rápidos) y desvelar a los portadores asintomáticos. 

El CDC americano ha recomendado hacer un despistaje (screening) de marcadores de hepatitis en suero al menos una vez a todos los adultos (Weng y cols. MMWR 2022). De este modo pueden maximizarse las opciones médicas disponibles más efectivas. Primero, el tratamiento de los infectados con antivirales. Y segundo, la prevención de las personas susceptibles con vacunas. 

Todas las medidas anteriores deben ir acompañadas de una adecuada información y educación (Razavi H. Antivir Ther 2022) sobre los mecanismos de contagio y las conductas de riesgo de exposición a las hepatitis víricas, especialmente entre los adolescentes y adultos jóvenes. Para los profesionales de la salud, desde la universidad queremos contribuir con una formación actualizada y de excelencia. En octubre iniciaremos en UNIR una nueva edición del Máster Universitario en Enfermedades Infecciosas & Terapia Antimicrobiana. Lo imparten un prestigioso claustro de profesores, con expertos españoles en enfermedades infecciosas. Tiene una duración de un año (48 créditos). Todas las sesiones del título académico son ‘online’ a tiempo real (streaming) y también pueden verse en diferido.