Volver a empezar tras COVID-19

Volver a la normalidad tras la crisis del COVID-19 no va a ser fácil. Nos ha cogido desprevenidos y, además de las muchas vidas que se ha cobrado, el daño social y económico no tiene precedentes. Por otro lado, la supervivencia en confinamiento durante semanas va a transformar nuestro modo de vivir y relacionarnos. COVID-19 supondrá un antes y un después para el trabajo, el ocio, el turismo, los viajes, la globalización y tantas otras cosas.

Para la medicina y las ciencias biológicas, COVID-19 también ha supuesto un revulsivo. Hace solo unos meses discutíamos sobre longevidad. Se decía que nuestro reloj biológico está próximo a los 130 años. Algunos incluso decían que podríamos llegar a ser inmortales, dados los avances en las técnicas de edición genética, regeneración celular y medicina de precisión. Pensar que podríamos ser como dioses es la gran tentación del transhumanismo. Pues bien, en solo unas pocas semanas de 2020, el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 nos ha hecho aterrizar y pisar en el suelo: somos muy vulnerables, como especie y como individuos.

El coronavirus del COVID-19 produce una enfermedad infecciosa autolimitada, con afectación respiratoria preferente. Se transmite por aerosoles, que se producen sobre todo al estornudar. El periodo de incubación va de 2 a 14 días, con un promedio de 5 días. Los síntomas más frecuentes son tos, fiebre, sensación de ahogo, cansancio y trastornos en el gusto y el olfato. Aunque dicen que recuerda a una gripe, COVID-19 es más intenso y prolongado. De forma característica, a la semana se resuelve o, por el contrario, se agrava. Puede aparecer entonces una neumonía bilateral y distrés respiratorio, todo ello consecuencia de una tormenta de citoquinas.

El SARS-CoV-2 es muy transmisible. Como es un virus nuevo y no hay inmunidad en la población, todos somos susceptibles de contagio. Las primeras infecciones en España probablemente ocurrieron a partir de viajeros provenientes de China. El virus empezó a circular abiertamente en febrero. En Madrid, desde principios de marzo hubo un incremento de las consultas por procesos respiratorios. Sin embargo, no se tomaron medidas de aislamiento social hasta mediados de mes. 

Las semanas de marzo que siguieron han sido terribles, con un incremento exponencial de casos sintomáticos y fallecimientos. A fecha de hoy (4 de abril) se habían comunicado 125.000 casos y 12.000 muertos por COVID-19 en España. Estas cifras son una infraestimación, dado que han escaseado en todo momento las pruebas diagnósticas. 

La avalancha de pacientes sintomáticos en un corto espacio de tiempo y las bajas entre el personal sanitario (médicos y enfermeras) han colapsado los servicios sanitarios como nunca. El escenario no podía ser más dantesco: servicios de urgencia desbordados, habitaciones de hospitalización repletas y ausencia de camas en cuidados intensivos. 

Las peores noticias han llegado de las residencias geriátricas y los centros de discapacitados. Allí, la desatención médica adecuada, por bajas del personal sanitario, ha supuesto que todos aquéllos que eran dependientes se hayan visto abandonados a su suerte. No quedaba nadie para atenderles y darles su medicación (insulina, anticoagulantes, etc.) y, por supuesto, no tenían protección frente al SARS-Co-V-2.

Afortunadamente esta trágica situación parece haber mejorado. La reconversión sanitaria llevada a cabo en Madrid ha sido rápida y efectiva, con un despliegue importante de personal sanitario, voluntariado y medicalización de grandes espacios, como los pabellones feriales de IFEMA. Junto al aumento de la capacidad de absorción de pacientes, la cifra de enfermos está empezando a caer, como resultado del menor número de contagios, dado que una proporción alta de la población ya se ha recuperado de la infección y se ha curado. ¡Están inmunizados! 

El entusiasmo por dejar atrás el confinamiento no debe precipitarse. El regreso a la normalidad debe ser escalonado. De otro modo, podría haber un rebrote en el número de contagios. La disponibilidad de pruebas de anticuerpos frente a SARS-CoV-2 en este momento es más importante que nunca. Permitirá identificar quién se ha expuesto ya al coronavirus y puede regresar sin riesgos a su actividad laboral.

Para los que todavía no se han infectado por el SARS-CoV-2, ha empezado la carrera por identificar antivirales y una vacuna protectora. Para todos, COVID-19 va a suponer un antes y un después. En el ámbito personal, ojalá este tremendo revulsivo saque lo mejor de cada uno. Que la fuerte experiencia vivida nos sirva para redescubrir el infinito valor de la vida humana y nuestra relación con los demás.