Se cumplen 40 años de la descripción por el CDC de los primeros casos de sida en Estados Unidos. Se trataba de 5 varones jóvenes homosexuales en los Angeles con neumonía por Pneumocystis carinii y candidiasis oroesofágica (MMWR 1981; 30: 250-2).
Era el inicio de la pandemia por VIH, que se estima ha afectado a más de 80 millones de personas en el planeta y se ha cobrado la vida de la mitad de ellos. Se necesitaron 2-3 años para identificar al agente causal, el retrovirus VIH; y muchos más años para reconocer su origen en los chimpancés africanos. El primer antirretroviral, el AZT, no se aprobó hasta 1987; pero tuvieron que pasar otros 10 años para la llegada de la terapia antirretroviral de combinación triple, que transformó el pronóstico de la enfermedad y salvó la vida de tantos pacientes.
Con el nuevo milenio se reconoció que la terapia antirretroviral no solo evitaba la progresión a sida, sino que reducía drásticamente la transmisión del VIH. De este modo, las mujeres gestantes infectadas podían dar a luz niños sanos (Barreiro et al. J AIDS 2006; 43: 324-6; Del Romero et al. Medicine (Balt) 2016; 95: e4398). De igual modo, las parejas sexuales de los infectados no se contagiaban si éstos tomaban la medicación y tenían viremia indetectable (Rodger et al. JAMA 2016; 316: 171-81). Este beneficio se conoció como treatment-as-prevention (TasP) y permitió que muchos portadores pudieran tener una familia que, de otro modo, hubiera resultado muy difícil sino imposible.
Por último, el beneficio de la terapia antirretroviral se ha extendido a las personas no infectadas con alto riesgo de contagio. Se conoce como profilaxis pre-exposición (PrEP). De este modo, se protegen de adquirir la infección por VIH personas con conductas de alto riesgo, como son varones o mujeres con múltiples parejas sexuales, o drogadictos que utilizan la vía intravenosa. Para ello, hasta ahora se ha utilizado un comprimido oral de tenofovir más emtricitabina, tomado a diario o de forma intermitente (a demanda) antes de las prácticas de riesgo. Sin embargo, desde hace poco tiempo, la prevención del contagio por VIH puede obtenerse con inyecciones intramusculares bimensuales. Se utiliza una forma depot de cabotegravir de larga duración. Además, están en desarrollo nuevas formulaciones de antirretrovirales de acción prolongada de administración anual (Kulkarni et al. Nat Mater 2020; Soriano et al. Nat Mater 2020).
En un momento de esperanza en la pandemia de COVID-19, cuando por fin se vislumbra la luz al final de un túnel que ha durado año y medio, las lecciones de la pandemia de sida pueden ser de gran valor. Sería un error pensar que al final todo tiene solución y que todo pasa. El sida descubrió nuestra fragilidad, como lo ha hecho el coronavirus. Hemos amortiguado el daño del sida y ahora el sufrimiento del COVID-19, pero los dos virus continuan circulando. No hay duda de que el impacto de ambas pandemias sobre nuestras vidas es irreversible. ¡Qué bueno es agradecer que estemos para contarlo!
Desde la universidad, consideramos muy conveniente sensibilizar a los estudiantes y a la sociedad sobre estas dos pandemias. Los aspectos de humanismo médico que las acompañan se abordan en el Máster Oficial de Bioética que se imparte en UNIR. De igual modo, el Curso de Genética Clínica & Medicina Personalizada profundiza sobre los determinantes genéticos de gravedad para ambas infecciones víricas. Por ultimo, en otoño arrancará el Máster de Enfermedades Infecciosas & Tratamiento Antimicrobiano. Todos estos títulos se imparten de forma online. Forman parte del claustro de profesores muchos de los mejores especialistas nacionales.