Cinco años después del confinamiento por COVID-19

El gobierno español decretó el 14 de marzo de 2020 el estado de alarma mediante el Real Decreto 463/2020. Durante meses sólo se permitiría salir de casa para actividades imprescindibles, como compra de alimentos, trabajos esenciales o asistencia médica. ¡Lo nunca visto!

La pandemia de COVID-19 fue un fenómeno médico sin precedentes. Aunque no ha sido la primera infección viral que se ha globalizado (recordemos la gripe ‘española’ de hace un siglo o el SIDA), el impacto que ha tenido a nivel social y económico ha sido extraordinario. La OMS estima que fallecieron por COVID-19 más de 7 millones de personas, aunque la cifra puede ser mayor.

Vacunas frente al COVID-19

El rápido desarrollo de vacunas y, en menor medida, de antivirales frente al coronavirus permitió en menos de un año controlar la pandemia y las sucesivas olas de nuevas variantes emergentes del coronavirus. El beneficio innegable de la introducción de las vacunas en España fue demostrado en un estudio que examinó las hospitalizaciones semanales por COVID-19 durante 2021, en función de la vacunación masiva por edades, empezando por los más ancianos (Barandalla y cols. Int J Infect Dis 2021). 

Tras la prohibición el año pasado de la vacuna de AstraZeneca, el grado de aceptación de la vacunación frente al COVID-19 ha caído drásticamente. De hecho, sólo una pequeña proporción de ancianos e inmunodeprimidos se han vacunado a la vez frente a la gripe y al coronavirus este invierno.

Antivirales frente al COVID-19

En cualquier caso, hay otra forma de combatir al SARS-CoV-2 y es mediante el uso de antivirales. El primer fármaco aprobado frente al coronavirus fue el remdesivir, un inhibidor de la polimerasa viral. Era solo de uso hospitalario porque se administraba por vía intravenosa. Además, su actividad inhibitoria del coronavirus era escasa. 

Pronto se aprobaron otros antivirales, de administración oral y más potentes. Los comprimidos tienen la ventaja de poder administrarse en el domicilio de los pacientes y reducir la tasa de hospitalización. Se prescriben solo durante 5 días. Sin embargo, no son ideales. El molnupiravir tiene poca eficacia antiviral y el nirmatrelvir requiere la coadministración de ritonavir para alcanzar concentraciones inhibitorias adecuadas. Además, el ritonavir puede producir interacciones farmacocinéticas con otros medicamentos, de modo que muchos pacientes no pueden tomar nirmatrelvir/ritonavir (Soriano y cols. AIDS Rev 2022).

Nuevos antivirales frente al COVID-19

Se espera la aprobación de nuevos antivirales orales frente al SARS-CoV-2, que han demostrado reducir la replicación viral de forma más intensa y, de ese modo, disminuir la gravedad de los síntomas y la contagiosidad (Soriano & Moreno-Torres. Lancet Infect Dis 2024). Se prescribirán tanto en pacientes hospitalizados como en pacientes ambulatorios recién diagnosticados, con riesgo de desarrollar formas graves. Además, se está examinando la posibilidad de administrar medicación antiviral como profilaxis en pacientes con mayor riesgo de complicaciones (obesos, diabéticos, ancianos, inmunodeprimidos, etc.).

El ensitrelvir es un inhibidor de la proteasa del coronavirus, como el nirmatrelvir, pero tiene una vida media más larga y no requiere acompañarse de ritonavir. Ya ha sido aprobado en Japón. Otros inhibidores de la proteasa en desarrollo son el ibuzatrelvir, el letritrelvir y el olgotrelvir, que tienen una farmacocinética favorable y tampoco requieren potenciación con ritonavir. 

El deuremidivir y el mindeusivir son moléculas derivadas del remdesivir, con un perfil menos tóxico y absorción oral. Inhiben la polimerasa del coronavirus. Son bien tolerados y apenas tiene interacciones farmacológicas.

Terapias de combinación y profilaxis

Se está evaluando si la terapia combinada con inhibidores de la proteasa y de la polimerasa podría ofrecer una mayor eficacia antiviral y reducir el riesgo de selección de resistencias. Asimismo, se están evaluando indicaciones tanto en términos de prevención como de tratamiento, sobre todo en los pacientes más vulnerables.

Han pasado 5 años desde el aislamiento domiciliario forzado por la pandemia de COVID-19. Fue una experiencia sin precedentes. Afortunadamente, la situación ha mejorado y el SARS-CoV-2 se ha convertido en uno más de los virus que causan infecciones respiratorias cada otoño. Las autoridades sanitarias han recomendado la vacunación combinada frente a influenza y COVID. Sin embargo, la reticencia frente a las dosis de recuerdo vacunales va en aumento. Es deseable disponer de alternativas protectoras frente a COVID-19 más allá de las vacunas. El arsenal de antivirales orales frente al SARS-CoV-2 debe crecer y el beneficio de combinar cursos cortos de tratamiento (5 días) debería investigarse.