¿Necesitamos una tercera dosis de la vacuna frente al COVID-19?

Cerca de 3 de cada 4 españoles han recibido ya las dos dosis de las vacunas frente al SARS-CoV-2. El beneficio de la vacunación en España ha sido espectacular, como ha demostrado un estudio reciente (Barandalla y cols. Int J Infect Dis 2021).

El impacto ha sido más importante en la población más vulnerable, esto es, la que tiene mayor riesgo de hospitalización y muerte. De hecho, la vacunación masiva de los mayores de 60 años evitó que se produjera una cuarta ola de ingresos y fallecimientos por COVID-19 tras Semana Santa. Sin embargo, sí hubo entonces un elevado número de nuevos diagnósticos, confirmando que las vacunas no evitan la transmisión, pero sí las neumonías graves.

En el verano hemos tenido una última ola de COVID-19, producida por la variante delta del coronavirus, que es mucho más transmisible. Los casos se han dado sobre todo en jóvenes y en no vacunados. Acabamos de estrenar el otoño y la crisis pandémica parece estar bajo control en España. ¿Hay que temer una nueva ola?

La protección que proporcionan las vacunas parece durar no más de 6 meses, tal como demuestran los datos de Israel (Wadman M. Science 2021). Ese país fue el que vacunó con más celeridad a una mayor proporción de su población adulta. Sin embargo, desde julio ha habido en Israel una gran ola de nuevos casos de infección por SARS-CoV-2. Eso sí, la proporción de formas graves ha sido baja. Más importante aún, las hospitalizaciones por neumonías han sido 20 veces menos frecuentes en aquéllos que habían recibido una tercera dosis de la vacuna (Bar-On y cols. N Engl J Med 2021).

Cinco son las razones que explican el reciente brote de casos de SARS-CoV-2 en Israel: i) la irrupción de la muy transmisible variante delta; ii) la vuelta al colegio de los niños, el único colectivo que no había sido vacunado; iii) las reuniones familiares con motivo de las fiestas religiosas judías; iv) la práctica masiva y repetida de tests diagnósticos en el país, que ha aflorado muchos casos asintomáticos o leves; y v) la razón principal parece ser la pérdida progresiva de eficacia de las vacunas administradas durante el primer trimestre del año  (Wadman M. Science 2021).

En Estados Unidos, la pandemia está aún muy activa en algunas regiones, donde la tasa de vacunación es baja, inferior al 50%. Durante el año 2020, más de medio millón de norteamericanos fallecieron por COVID-19. Respecto a los años previos, la mortalidad de 2020 experimentó un incremento del 18%. La infección por SARS-CoV-2 supuso la tercera causa de mortalidad en EE.UU., solo por detrás de las enfermedades cardiovasculares y el cáncer (Ahmad y cols. JAMA 2021).

El gobierno americano aprobó ayer la administración de la tercera dosis de la vacuna de Pfizer para tres grupos de población: ancianos, inmunodeprimidos y personal con riesgo de alta exposición al coronavirus (personal sanitario, educadores, seguridad civil, etc.). Es previsible que dosis adicionales se aprobarán también pronto para las vacunas de Moderna y Janssen. La justificación de una tercera dosis en ancianos y en inmunodeprimidos es clara, porque en ellos la respuesta inmune a la vacuna es menor y/o desaparece con mayor rapidez. Sin embargo, la razón de una tercera dosis en el personal con alto riesgo de exposición, puede ser más discutible. En cualquier caso, parece que las dosis de recuerdo proporcionan una protección adicional. De este modo, cabe esperar y es conveniente que la 3ª dosis de la vacuna se generalice para toda la población en los próximos meses.